Capítulo 5
Una mañana
de domingo de un día de Enero.
Noemí se despierta con un ligero dolor de cabeza, ya que, después de
los 4 cubalibres que se tomo ayer le están haciendo efecto. En escasos diez
minutos Diana se despierta también con un dolor de cabeza mucho menos intenso
que el de Noemí y es que Diana tan solo se tomo tres chupitos. Son las diez y
media de la mañana, una hora temprana para las chicas que los domingos se
suelen levantar mucho más tarde, también es cierto que se acostaron más
temprano de lo habitual.
Suena la canción Ai Se Eu Te Pego, y como siempre, Diana le sugiere
con aires picaros que se actualice, que ya está pasada de moda. Es Marta.
Levantándole el dedo corazón a Diana coge el teléfono.
-
Hola Marta.
-
Hola Noe. Estás con Diana aún ¿no? Es que ayer quede
con Daniela y Clara de que hablaría con ella, está muy rara.
-
Si estoy con ella, ¿te la paso?
-
Si por favor.
Noemí le cede su teléfono a Diana y le dice que es Marta quien llama.
-
Hola Marta.
-
Hola cielo, me gustaría hablar contigo.
-
Me asustas- Dice riendo.- ¿Qué ha pasado?
-
Estos días te hemos visto muy rara… Y queríamos
saber qué te pasa y como siempre, soy yo la que se presta voluntaria para
hablar.- Dice entre risas.
-
Es por Catriel, está muy raro estas semanas. Creo
que se ha…aburrido de mi…- Dice Diana a punto de estallar en llanto.
-
¡Pero qué dices! ¿Cómo se va aburrir de ti mujer? Lo
que pasa es que parece que esta estresado, nada más.
-
Eso espero, pero de todos modos mañana hablaré con
él.
-
¡No! – Dice Marta en tono nervioso.
-
Me da igual lo que digas, lo hare de todas formas.
-
Pásame a Noe anda. Adiós, te quiero.
-
En seguida. Te quiero.
Diana le da el móvil a su amiga y entierra su cabeza en la almohada.
Llora, pero nadie lo sabe.
-
Dime Marta.
-
Convence a Diana para que no hable mañana con Catriel,
se puede acabar todo si lo hace, y nadie quiere eso así que ya sabes.
-
Vale, lo intentaré pero ya sabes que es muy terca.-
Dice susurrando para que su amiga no le oiga.
-
Vale, ahora te dejo que voy a llamar a Dani y Clara.
Te quiero.
-
Y yo. Adiós.
Noemí cuelga el teléfono y se abalanza sobre su amiga, en ese momento
se da cuenta de que está llorando. Hablan. La abraza y le dice que no se
preocupe, que todo irá bien, y que una mala racha la tiene cualquiera. Cuando
se calma Noe intenta convencerla de que no hable con él, que lo mejor será
esperar, la chica no muy convencida cede. ¿Qué le pasara a Catriel?
Esa misma
mañana, en el piso de Dylan.
Por la noche Lucía llamó a su madre para comunicarle que se quedaría
en casa de Dylan con Leti. No podía ir en ese estado a casa. Leti se encarga de
llamar a Daniela, Clara y también a Marta para contarles lo que le ha pasado a
Lucía. Lucía se levanta con los ojos hinchados, esta noche Leti ha cambiado a
Dylan por ella, es decir, durmió con ella. Pero él lo entiende, ella está
pasando por un mal momento y necesita el apoyo de su novia y el resto de sus
amigas. Daniela siempre que Leti habla de él en presencia de Lucía le dice:
-Ojalá Víctor fuera como Dylan y dejara de hacerte daño. Lucía odia esa frase,
pero sabe que tiene razón. Además, Lucía conoce bien a Dylan porque es su mejor
amigo, y sabe que jamás le haría daño a Leticia. La ama con locura.
-
Buenos días dormilona.- Dice Dylan entrando en la
habitación de la mano de Leticia.
-
Hola Dyl. – Así es como le llama cariñosamente a
Dylan.
-
¿Estás mejor?- Pregunta Leti sentándose a su lado
ante la mirada de Dylan.
-
Bueno, me hacía falta dormir, no te lo voy a negar,
pero sigo algo mal.
-
Anda, ese ánimo arriba, sabes que Víctor no merece
la pena.- Interviene Dylan.
-
No quiero hablar de él…
-
De acuerdo, pero ahora levántate que hay que comer.-
Dice Leticia con tono alegre para animar a su amiga.
-
En seguida, pero primero haré una llamada si no os
importa.
-
Está bien. No tardes.- Y salen juntos por la puerta.
Coge el teléfono y marca el número de Dani, se lo sabe de memoria. Se
sabe todos los números de sus amigas, su madre siempre le dice: -Si supieras
así las lecciones…
-
¿Diga?- Dice una voz adormilada al otro lado del
teléfono.
-
Soy Lucía.
-
Ah… Hola cariño. Ya me ha contado Leti, lo siento,
sé lo que se siente.
-
Por eso te llamo. Eres la única que me entiende.
-
Espero que no digas nada, eres la única que sabe lo
que me pasó.
-
Tranquila pero, ahora necesito tu apoyo. ¿Quedamos
por la tarde?
-
Claro, nos vemos. Te paso a buscar al piso de Dylan
sobre las tres y media.
-
Genial, hasta después.
Cuelga. Daniela, la típica chica que parece que no tiene sentimientos y
que está con quien quiere pasó algo muy parecido a la situación de Lucía.
Esa mañana,
en casa de Marta.
Después de llamar a su amiga Diana y de recibir la llamada de Leti. Se
levanta de la cama, se arregla y sale a comprar pan. Hoy está sola en casa. Y
ha quedado con Lucas. Su plan perfecto para un domingo, aun que no está muy
contenta por el tema de Lucía, sabia como era Víctor pero nunca pensó que fuera
a llegar tan lejos.
Llega de nuevo a casa con el pan, Lucas estará a punto de llegar a
comer, está preparando unas patatas, dos chuletas y una ensalada; se le da bien
cocinar. Timbran, será Lucas, corre a abrir con un plato en la mano para servir
las chuletas. Tal es su sorpresa al abrir la puerta que se le cae el plato.
¿Quién habrá ido a casa de Marta?
En casa de
Lucas, esa mañana de domingo.
Suena el teléfono de Lucas, se oye la canción Te fuiste lo coge.
-
Hola Luc, necesito tu ayuda con lo del regalo.
-
No tío, hoy no. He quedado con Marta para comer y
supongo que pasaré la tarde en su casa, lo siento.
-
No sé qué hacer, tengo que hacerlo todo en muy poco
tiempo, además el viernes examen de Biología, me pondré a estudiar hoy
entonces.
-
Lo siento deberás.
-
No pasa nada tío, entiendo que quieras estar con
Marta. Ya has hecho bastante.
-
Si puedo ir un poco de tiempo te llamo ¿vale?
-
Vale, adiós.
Cuelga y se va a la ducha, está preocupado por su amigo, necesita que
sea el regalo más genial del mundo para compensar todo lo hecho. Su amigo la
quiere mucho, pero no sabe si le gustará el regalo, aun que se lo está currando
y gastando una pasta. Pero el ahora no debe de preocuparse de eso, sino de
acabar para ir a comer con Marta, será una tarde genial como el espera ¿o será
todo lo contrario?
Esa mañana,
en casa de Marta.
Marta no sale de su asombro, un puede creerse que su gran amiga recién
llegada de Londres haya ido visitarla a ella primero. Está alegre, pero sabe
que si se fue a Londres fue por algo, nadie sabe el porqué aunque hay varias
posibilidades, como que se enamorara del novio de alguna amiga.
-
¡Sara!- Marta corre como una verdadera loca a
abalanzarse sobre su amiga mientras esquiva los trozos de porcelana rota del
plato que antes se le había caído. Y es que es mucho tiempo sin verla. La ha
echado de menos, mucho. Antes lo hacían todo juntas, todo. Y desde que se fue muchas
de sus amigas dicen que Marta no ha sido la misma.
“Los quilómetros solo
separarán nuestros cuerpos, nunca nuestros corazones.”
-
¡Mar!- Así es como cariñosamente le llamaba Sara a
su, por así decirlo, preferida del grupo de amigas. Si está de nuevo en la
ciudad es por ella, se pregunta que habrá pasado, que novedades hay… pero es
que se fue mucho antes de que una de sus mejores empezara a salir con Víctor, y
poco después perdió de todo el contacto con sus amigas así que tendrán mucho
que contarle. Y espera que empiecen hoy a hacerlo.
-
¡Tía cuanto tiempo! ¡No te puedes imaginar lo que te
he extrañado!
-
¡Y yo a ti!
-
¿Te vienes definitivo o solo de vacaciones?
-
En principio es definitivo, pero depende de cómo
vaya todo a partir de ahora.- En ese momento Lucas se dirige a la puerta de la
casa y se sitúa al lado de Sara después de darle un pico cariñoso en los labios
a su novia.
-
¿No nos presentas Marta?- Dice Lucas riendo.
-
¡Pues claro! Pero ya la conoces.
-
No. No la conozco.- Y es que Sara está muy cambiada.
-
¡Que si! Ella es Sara, Sara Rodríguez.
-
¡¿Sara?! ¡Cuánto tiempo! ¿Qué tal por Londres?- Y le
da dos besos en la mejilla. Besos de recuentro que a la chica le gustan mucho,
lo ha echado a todos de menos.
-
Pues bien, supongo. Eso sí, he aprendido mucho
inglés.-Dice risueña, está feliz. Aun que no ha parado de pensar en una persona
desde que ha llegado, y es que lo va a ver, y no sabrá cómo actuar. La persona
por la que ha llorado millones y millones de veces. Odia sentirse así ahora que
está con dos de sus amigos, sabe que notarán lo que le pasa. Debe dejar de
pensar en lo que hace mucho más de doce meses sucedió.
Esa mañana
de domingo, en el piso de Dylan.
Los tres chicos comen sentados a la mesa unos macarrones que Dylan ha
hecho. La cocina no es su fuerte pero están comestibles. El ambiente es de
tensión, Dylan y Leti quieren saber a quien ha llamado Lucía pero no saben si
será mucho preguntar, quizás preguntar sea un error que la ponga peor de lo que
está, y es que se nota que su estado ahora mismo no es el mejor.
Hay mucho silencio, lo único que se oye es la radio, justo en ese
momento suena Muero Si Te Pierdo de Fase con Uxue. Lucía no aguanta más y rompe
a llorar, Leticia y Dylan corren hacia ella a consolarla.
-
No llores más Lu, no merece la pena.-Dice Dylan
abrazándola lo más fuerte que puede, le duele mucho ver así a su amiga.
-
Para ti no, tienes razón, pero para mí sí, y mucho.
La abrazan muy fuerte. Estos dos días le han abierto los ojos en
cuanto a los amigos que tiene a su lado: Dylan, Leti, Marta, Noe, Diana, Dani,
Clara, Marcos y Lucas. No hay más. Y aún no está segura de que sean tantos.
Odia su vida en estos momentos.
Ese domingo,
a mediodía, en casa de Diana.
Ya han comido y la madre de Noemí ya la ha ido a buscar aun que a Diana
no le ha gustado mucho la idea de que su amiga se fuera. La necesitaba. Diana
no está bien, sabe que algo le pasa a Catriel, y aun que le duela le ha
prometido a Noemí que no hablará con él. Casi no ha comido, no tenía nada de
hambre. Solo quiere verlo, hablar con él y preguntarle qué le pasa. Quiere que
se lo cuente y que después de eso la bese y todo vuelva a ser como antes.
Quiere desconectar. Coge de su mochila la agenda escolar, mira el calendario,
tiene rodeado el jueves 18 de enero. Ese día hacen ocho meses… No puede más y
estalla en llanto. Empieza a pensar que ya no la quiere, que se ha aburrido,
que hace eso para que ella lo deje, hasta piensa que puede haber otra. ¡No!
¡Otra no! ¡Se moriría! Llora. Piensa. Se muere por dentro. Necesita pensar en
otra cosa, se seca las lágrimas con la manga de su camiseta amarilla y sigue
mirando su agenda escolar. Día
diecinueve examen de biología. Genial, un examen, y de los jodidos. No es
momento de ponerse a estudiar aun pero… Si estudia se olvidara un poco de Catriel,
o eso espera. Coge el libro con desgana, lo abre y busca los temas 10 y 11.
Comienza a leer en alto:
-
La estepa está formada por… - Suena un móvil,
claramente es el suyo. Corre ansiosa. ¿Será Catriel?
¡Premio!
-
Hola Diana.- Dice serio su novio. “Ya empezamos”
piensa Diana.
-
Buenos días. – Dice ella también seria.
-
Oye, hoy tengo la tarde libre ¿Quieres quedar?
Diana estalla en emoción, no se lo puede creer, aunque en seguida se
desvanece su alegría, piensa en que quizás quiera quedar para dejarla. Por sus
mejillas cae una lágrima tras otra. Llora desconsoladamente.- Diana, ¿Estás
bien? Si no quieres quedar no pasa nada.
-
¡Sí! ¡Si que quiero!
-
Es que como estabas llorando, ¿Por qué estabas
llorando ¿No?
-
Sí, pero es que me di con el dedo meñique del pie
contra la cama, tranquilo.
-
Ah vale, bueno, te dejo. Te paso a buscar a las tres
y media. Te quiero.
-
Perfecto. Te quiero.
Llora. No sabe si lo de decirle que si a su propuesta ha sido la mejor
opción. Se lamenta un poco, pero tiene ganas de verlo. Nadie sabe lo que
deparará esa tarde.
Ese
mediodía en casa de Marta.
Sara se ha quedado a comer, a Lucas no le molesta porque hace mucho
tiempo que no la ve y siempre le ha caído muy bien. Gracias a ella está con
Marta.
Llevan un rato largo hablando sobre Londres, estudios, chicos, novedades,
etc. Hablan de Dani, Lucía, Marcos y Clara, Dylan y Leti falta una persona y
Sara se da cuenta, así que le pregunta:
-
¿Y Lara? ¿Qué es de ella?
Silencio. Marta y Lucas se
miran cómplices. El sabe que la ha ido a visitar. Sara los mira extrañada y piensa:
¿Por qué no hablan?- Chicos, ¿Qué pasa?
-
Es que verás… Lara se fue de la ciudad hace como
seis meses… aun que ahora ha vuelto.
-
¿Ah sí? ¿Y por que?
-
Pues verás… - Marta narra con todo detalle como hace
seis meses Lara acudió a su casa a contarle lo que había pasado, y también como
poco después se fue de la ciudad para no dañar al grupo de amigas.
-
No me lo puedo creer… Todo por culpa de América..
-
Pues sí, Sara. Pero bueno, dice que se vengará de
ella en cuanto pueda.
-
¿Y cómo lo hará?
-
Su hermano.- Sara piensa… su hermano, su hermano.
¡Ahora cae! ¿Ese no estuvo saliendo con…? ¡Sí! Si que estuvo. Además, es amigo
de Víctor. Exacto. Piensa en que tendrá entre manos su amiga Lara, pero solo
ella lo sabe.
En casa de
América, ese domingo.
La muchacha llega a su casa cargada hasta arriba de bolsas de todo
tipo de tiendas y con todo tipo de modelitos dentro. Llega y sorprende a su
hermano con un grito.
-
¡¡Querido hermano!!
-
Has llegado, por desgracia. Por cierto, mamá ha
llamado, dice que hasta febrero no vendrá por casa asique tendrás que colaborar
conmigo en las tareas de casa América.- Dice su hermano con tono responsable. Y
es que su madre es una ejecutiva de alto nivel y casi nunca está en casa, y
cuando lo está, se encierra en su despacho a trabajar.
-
Joder hermanito, es llegar a casa y ya te pones a
mandar y a amargarme.
-
No pretendía amargarte, solo avisarte. ¿Qué es lo
que traes ahí? ¿Media Nueva York?
-
Pues sí, la otra mitad está en el taxi.- Dice
burlona América.
-
Lo que hay que oír…
-
Vamos chiquitín, ¡No te enfades!- Dice Ame mientras
se tira encima de su hermano muy cariñosamente y lo mata a achuchones mientras
él intenta liberarse de sus brazos, cuando por fin lo consigue continúan su
diálogo.
-
¡No me llames chiquitín! ¡Solo me llevas un año! ¡Y
no vuelvas a tirárteme encima!
-
Hay que ver cómo eres en casa y como eres con tus
amigos, pegas un cambio más que radical.
-
Es mi vida y yo la gobierno, y ahora vete a por las
bolsas que hay en el taxi y ven a comer que ya es tarde.
-
Está bien chiquitín, en seguida vuelvo, por cierto,
estás muy guapo, te sienta bien el azul.
-
¡Que no me llames chiquitín!
-
¡Vale, vale tranquilo! ¿Ismael mejor?
-
Mucho mejor, gracias.
-
Hasta ahora chiquitín.- Abre la puerta y se marcha guiñándole
un ojo a su hermano, le encanta hacerlo rabiar.
Odia la actitud de su hermana, aun por encima de que le ha hecho la
comida y la ha esperado lo trata así. Además de que ha cancelado la salida que
tenía con su mejor amigo Víctor para comer con ella y que le contara como le ha
ido el viaje, pero nada, sigue siendo la misma América de siempre, la América a
la que nada le importa, solo ella misma.
Ese domingo
en casa de Diana.
Esta acostada en la cama con el teléfono entre las manos desde que Catriel
la ha llamado. Lleva todo ese tiempo pensando en que quiere su novio de ella
¿Querrá dejarla? ¡No! ¡Sin él no puede vivir! Se calma. No, no puede ser eso.
Sino ya se lo diría por teléfono. En la radio anuncian que ya son las tres.
¡Mierda! ¡Las tres! ¡Y han quedado a y media! Debe correr a arreglarse y ponerse
guapísima para su novio, aunque ya lo es. Abre el armario. ¿Falda? No, hace
demasiado frío. Echo, pantalón azul que le regalo él y una camiseta rosa.
Lista, ahora maquillaje y peinado. No le da tiempo a hacerse mucha cosa en el
pelo pero se lo alisa, se hace la raya en los ojos y se pone un poco de
colorete y los labios rojos. Perfecto. Hora: Tres y media. Suena el timbre, el
siempre tan puntual. Diana baja las escaleras a toda prisa con entusiasmo y
miedo.
Abre la puerta. Está guapísimo, como siempre. No aguanta, lo ha visto
tan poco esta semana que necesita estar con él, se abalanza sobre él y lo besa
muy tiernamente agarrándose con sus piernas a su cintura. Cuando todo acaba una
media sonrisa se dibuja en su cara y no es capaz de evitar abrazarlo.
-
Me encanta que me recibas así, puede empezar a
hacerlo siempre.- Dice el muchacho con una gran sonrisa en la cara mientras
acaricia el pelo de su novia. Ella no es capaz de hablar, solo de abrazarlo y
abrazarlo fuerte.- ¿Te pasa algo?
-
No estropees el momento y cállate, pero antes ¿hay
algo que me quieras decir?
-
No, ¿Debería decirte algo aparte de que te quiero
más que nada?
-
Con eso me llega.-Lo besa y se callan. Hay silencio,
pero no es incómodo, todo lo contrario, es la situación más cómoda que tienen
desde hace un par de meses. Siguen abrazados, y seguirán gran parte del día.
Esa
tarde de domingo de enero, a las tres y media de la tarde.
-
Tío, ¿Qué haces? Me aburro un huevo, vente hasta el
piso anda.
-
No puedo, tengo que ayudar a América con su
equipaje.
-
¿Quién es América? ¡Has ligado campeón!
-
¡Es mi hermana idiota! ¡Ame!
-
¡Ah! Joder, dile que se venga también y nos fumamos
unos porros.
-
¡Si tú no fumas porros, idiota!
-
Da igual.
-
A veces me asombra la tontería que tienes encima.
-
Y a mí el cambio que pegas cuando está tu hermana
delante, por cierto, salúdala de mi parte.
-
¡¿Quién te crees que eres para hablarme así
gilipollas?! ¡Te estás ganando unas ostias y sabes que te las doy!
-
Lo siento tío, perdona.
-
¡Te cuelgo que me pones de los nervios! ¡Imbécil!
-
Adiós.
Cuelga el teléfono. Víctor es idiota, se debe creer que puede quitarle
el puesto a Ismael pero no será capaz. El es el dueño de todo. El amo y señor
de todo, pero quizás por poco tiempo.
Esa tarde
de un domingo de enero, en una cafetería de la ciudad.
Dani y Lucía están sentadas en la cafetería O Pazo, charlan sobre lo sucedido
el día anterior entre Luci y su novio. Luci muy afectada no para de llorar:
-
Tranquila cielo, se lo que se siente. Lo terminarás
olvidando.
-
¿Por qué dices eso si tú no has olvidado todavía lo
que te hizo él?
-
Lo superé.
-
Pero aun le quieres.
-
No puedo negarlo, porque te estaría mintiendo, pero
superé lo que pasó entre nosotros.
-
No sé qué hacer, quiero volver con el.- En ese
momento su teléfono empieza a vibrar encima de la mesa de la cafetería, es Hugo.
-
¿Hugo? ¿Qué quiere de ti?
-
Pues no lo sé, pero solo hay una manera de saberlo,
cogiéndole. – Pulsa la tecla verde y comienzan a charlar.- Hola hugo.
-
Hola Lucía, te llamaba para saber que tal estás por
lo de ayer y tal…
-
Ah, pues bueno, voy tirando ¿y tú? ¿Te duele la
mano?
-
La mano y el labio un poco, pero nada que no se
arregle con un calmante. He hablado con él, dice que el lunes hablara contigo.
-
¿Sobre qué?
-
Lo vuestro, creo que quiere volver contigo.
-
¡¿Si?! ¡Dios, gracias por llamarme! ¡Me has alegrado
el día, te lo juro!
-
Me alegro, oye te cuelgo que… bueno… estoy liado.
Adiós.
-
Adiós.- Se despide con un tono muy diferente con el
que ha comenzado la llamada, eso le extraña a Lucía.
-
¿Qué quería?
-
Decirme que Víctor quiere hablar conmigo el lunes,
¡Para arreglar!
-
¿Tengo que opinar?
-
Reconoce que si ahora Hugo te llamara para decirte
que él quiere arreglar las cosas contigo y volver no estarías dando saltos de
alegría.
-
No quiero hablar más de esto, además se me ha hecho
tarde, tengo que irme.
-
Pero si son las cinco menos cuarto
-
Me voy, adiós.- Y besa en la mejilla a su amiga.
-
Adiós cielo, ya pago yo.
Abre la puerta de la cafetería y se va triste, lo que Lucía no ve
cuando ella se va es como seca las lágrimas de su cara con la manga de su
cazadora de cuero.
Esa tarde
de domingo en casa de Marta.
La tarde romántica que
tenían planeada se ha convertido en una tarde de historias y anécdotas entre
tres amigos que hacía mucho tiempo que no se veían. Han recordado momentos en
los que todo era distinto, todos estaban unidos, y si lloraban, era de alegría.
-
Bueno chicos, son
ya las seis, creo que debo irme.
-
¿Ya? Quédate un
poco más si quieres, a mí y a Luc no nos importa.-Lucas asiente.
-
No, quiero irme
de verdad, tengo que deshacer la maleta y todo.
-
¿El lunes vienes
a clase?
-
No creo, las
vacaciones ya están a la vuelta de la esquina así que creo que no merece la
pena.
-
Tienes razón.
Bueno, te acompaño a la puerta.
-
Adiós Sara,
espero verte pronto.- Y Lucas la besa en la mejilla.
-
Adiós, me lo he
pasado genial hoy.
-
Y nosotros.
Abre la puerta y se va.
Marta se acerca a Lucas y lo besa, lo quiere, pero últimamente está teniendo
muchas dudas sobre su relación. Además, lo ha visto muy cariñoso con Sara, y es
que ella es guapa, lista, sabe inglés perfectamente, esta delgada, etc. ¡Lo
tiene todo! Y ella nunca ha sido una persona de relaciones duraderas, hasta que
lo conoció, y se enamoro, pero ahora lo que siente parece… distinto, es como
una rutina. Se siente mal. ¿Qué pasará con su relación?
Esa misma tarde, a la misma hora, en
casa de Diana.
Están acostados boca
arriba en la cama de Diana. No han salido de casa en todo el día. Se quedaron
abrazados en la puerta hasta la cuatro por lo menos y después subieron al
cuarto de Diana. Se acostaron uno al lado del otro, mirando al techo y oyendo
música. Nada más, silencio, solo se oye la música y los besos. Aun con todo lo
que está pasando, Diana sigue dándole vueltas a lo que le puede suceder a Catriel
ya que lo ha visto extraño, y eso que han estado bien todo el día, pero no es
lo mismo de hace unas semanas, se desespera. ¡¿Qué le pasará?! No lo sabe, pero
tiene que saberlo, necesita saberlo antes del jueves.
Esa tarde de un domingo de Enero, en
casa de Ame.
Está sentada en la cama
con el ordenador portátil sobre las rodillas y con la espalda apoyada en el
cabecero. Escucha música mientras habla con un par de amigas por MSN: Sandra y
Laura.
Sandra y Laura son primas
y llevan con Ame desde primaria y desde el momento en el que hablaron por
primera vez, han sido mejores amigas.
“Desde siempre y para
siempre”.
Ame les comenta a las
chicas en una conversación múltiple con video llamada incluida. Narra su gran
viaje y todos los chicos con los que ha estado; que si un tal Brian, un tal
William y alguno que otro más. Las muchachas escuchan atentas lo que su amiga
dice:
-
Pues he estado en
el Empire State, y no es tan genial como dicen, en realidad es bastante
aburrido, pero allí conocí a Brian, y después de tomarnos algo en el bar del
hotel subimos arriba. Y ya os he contado todo.- Dice muy orgullosa de sus
ligues, compras y visitas.
-
Joder tía, ¿No
crees que te pasas algo poniéndole así los cuernos a Eric?
-
Bah, si en el
fondo lo sabe y no hace nada para evitarlo, además, ya sabéis que si estuviera
con Víctor no haría esto.
-
Tú no, pero el
quizás si.- Dice riendo Sandra.
-
Vete.
-
¿Qué?
-
¡Que salgas de la
puta video llamada!
-
Pero… ¿Por qué?
-
Te crees muy guai
¿eh? ¡Pues no eres nadie para decirme eso Sandra! ¡Fuera!
-
¡Joder, esta
insoportable! ¡Adiós Laura! ¡Adiós idiota!
-
Adiós cielo.-Dice
tímida Laura.
Ame es algo así como
Ismael, tienen el mismo carácter y son “lideres” de su grupo de amigos, además
de tener el mismo espíritu competitivo que caracteriza a toda su familia. Su
madre, una alta ejecutiva y su padre, fallecido en un accidente de coche hace
tres años, era dueño de una empresa que poco después fue vendida. Mucha gente
dice que Ismael se metió en malos mundos desde que su padre falleció, aunque
hubo una chica que hizo que se apartara un poco de eso, esa chica de la que él
sigue enamorado en secreto, la chica de sus sueños, con la que le gustaría vivir toda su vida, y por
la que dejaría todo en lo que se ha metido. ¿Quién será esa chica?
La misma tarde del mismo domingo de
enero en la misma casa, en la habitación de al lado.
“¡¿Qué haces?! ¡¿Qué haces?!
¡Deja de llorar idiota!” piensa Isma mientras ojea las fotos que tiene en el
móvil de la chica que le vuelve loco.
Las mira todos los días y
piensa: ¿Cómo pude ser tan gilipollas? Y es que lo fue, y mucho. La cagó, por
culpa del, por culpa de Víctor deshizo su vida.
¿Qué puede hacer para
recuperarla? Por aquel entonces él era muy distinto, estaba en las drogas, pero
no tanto. La necesita, mucho, desde hace dos años más o menos. ¿Debe cambiar su
actitud? ¡Qué mierda de vida! Necesita llamarla. Coge el teléfono y busca su
número aun que se lo sabe de memoria.
Dos, tres, cuatro tonos.
¡No lo coge! Normal, lo odiará. ¡Bingo! ¡Un sms! Escribe: Sé que te parecerá
raro que te escriba después de tanto tiempo, pero necesitaba hacerlo, llámalo
impulso si quieres. Mira, iré directo al grano. Quiero verte, hablar, contarnos
cosas… Y yo que sé, retomar el contacto… no sé si me entiendes… bueno, era eso.
Un beso.
Enviado.
¡¿Qué ha hecho?! ¡Quedará
como un pardillo! ¡No! ¡Mierda, ya ha sido enviado! Pasa cinco minutos
lamentándose cuando suena el timbre que tiene en su Blackberry que indica que
ha recibido un sms. Corriendo lo abre, le tiemblan las manos. Es ella. El
mensaje dice: ¿Retomar el contacto? Creo que las drogas que consumes empiezan a
dañarte cada vez más el cerebro. Con retomar el contacto te refieres a hacerme
lo mismo que de la otra vez, ¿verdad? Pues esta vez no picaré, no seré tan
tonta de morder tu anzuelo y que me vuelvas a engatusar con tus mentiras Isma.
El beso que te lo dé tu madre. ¡Mierda! Sabía que pasaría esto, ¿le contesta?
Si, sino lo empeorara.
Empieza a teclear en su
teléfono: Lo siento si te he molestado, pero no era para eso. Solo quería
hablar contigo en serio, me arrepiento de lo que hice y quería pedirte perdón a
la cara. Solo tomarnos un café, nada más, por favor. En cuanto a lo del beso de
mi madre, supongo que me lo dará en febrero, cuando vuelva de uno de sus viajes
de negocios.
La chica enseguida
contesta: ¿Solo hablar?
Ella tan decidida como
siempre, con solo dos palabras puede solucionar el problema, le encanta. En
seguida teclea su respuesta: Solo eso, como compañeros. Nada más. Si sale bien
podremos quedar alguna vez más, pero por ahora solo una vez.
Enviado.
Le gusta, se ha explicado
bien, quizás acepte.
Le ha contestado, genial,
sabrá su respuesta, está nervioso: Entonces vale, pero dudo que salga algo
bueno de ahí, no salió nada de la última vez que nos vimos. El lunes a la hora
de siempre en el lugar de siempre.
¡Sí! ¡Ha aceptado!
¡Genial! : Está bien, hasta mañana entonces.
¿Qué les deparará esa cita
a los dos muchachos?
Esa tarde de domingo, en el piso de
Dylan.
-
¿Luci dijo que
había quedado con Dani no?
-
Sí, eso dijo. No
sé porque pero dijo que la necesitaba a ella más que nunca.
-
Ah, bueno, ella
sabrá.
Charlan sobre Lucía, aun
que lo que en realidad desean ahora mismo e disfrutar de un tiempo a solas,
para ellos, pero tienen miedo a que Luci aparezca por la puerta y rompa su
momento. Dylan, que estaba fregando los platos en los que habían comido antes,
se sienta al lado de su novia en el sofá mientras ven la televisión. Ella lo
mira, lo besa y apoya su cabeza en su pecho. Piensa: ¿Cómo puede ser tan
genial? ¿Cómo puede quererme tanto? Y llega un beso de el, y posteriormente una
caricia. Pero, ¿Siempre fue todo tan bien en su relación?
Capítulo 6.
Un lunes de enero, en la parada del
autobús.
Es lunes y Dylan, Leti,
Noemí, Diana y Lara esperan en la parada del autobús más cercana a su casa, son
vecinos. En la parada anterior están Ame, Marta, Ismael, Víctor, Hugo, Lucas, Dani
y Lucía.
Las caras de Dylan, Leti,
Noemí y Diana son de gran asombro al ver a su ex amiga Lara. Las chicas no
pueden evitar abrazarla mientras las lagrimas inundan sus rostros, Dylan, algo
más apartado la abraza y le da dos besos en sus mejillas también humedas. Se
han echado de menos, mucho. Después de tanto tiempo hablan mientras el autobús
no viene, ella piensa que Lucía no querrá saber nada de ella, pero les dice a
sus amigas que intentará hablar con ella para arreglar todo, y que tiene un
asunto entre manos. Sus amigas no se separan ni lo más mínimo de ella, y le dicen
que confíe, que puede que Lucía entre en razón y le perdona, al fin y al cabo,
no fue para tanto y ha pasado mucho tiempo, además después de lo que pasó el
sábado quizás todo cambie.
El autobús llega, Lucía va
sentada con Víctor, ya han hablado y lo
ha perdonado, por la ventanilla ve a una chica que le suena mucho a Lara, pero
que no puede ser ella. En su corazón llegan sentimientos pasados al recordarla,
la quería tanto… ¿Por qué se enfadaron? Ya ni se acuerda. Le gustaría retomar
el contacto, pero para eso quien debería llamar es ella, y pedir perdón por el
daño que había hecho. Ya recuerda porque se enfadaron. Mira al pasillo
atentamente, esa chica ha entrado de última.
Pasan Dylan y Leti, Noemí,
Diana y Catriel, y por ultimo una chica alta, guapa, con aspecto triste y
amargado. Es ella, sin duda. Es Lara. ¿Qué hace? ¿Cómo reacciona? ¡Socorro!
Víctor la saluda, ¡¿Qué hace?! ¡Es gilipollas! Por suerte Lara no le devuelve
el saludo:
-
¡Hola Larita!
Cuanto tiempo ¿no?- La chica levanta su dedo corazón y se sienta dos asientos
detrás de Lucía y Víctor. En ese autobús hay mucha gente que conoce y que
echaba de menos.
Coge su móvil y primero
selecciona una de las múltiples canciones que tiene en el aparato. Im Not The
One de Barbara Muñoz y Juan Magán. Le recuerda al verano pasado. Le encanta. A
continuación busca en la guía el número de Lucía y escribe un sms: Quiero
hablar contigo, como te has podido dar cuenta estoy de nuevo en la ciudad y quiero
rehacer mi vida. Un beso.
Lucía nota al aparato
vibrar en su pantalón, lo coge y le el sms, posteriormente contesta: Está bien
hablaremos, y aunque me cueste reconocerlo, me alegro de que estés aquí por
fin, te hemos echado de menos. No hace falta que me contestes.
Lara sigue las
indicaciones de su amiga y no contesta. Está feliz porque su amiga ha aceptado
hablar con ella. Ahora solo queda la segunda parte, América y su hermano, pero
antes de hacer nada debe asegurarse de una cosa.
Ese lunes de de enero, en el recreo.
Es el último recreo del
día en el que siempre se está con los amigos, el primero es de las parejas.
Lara que estaba hablando con sus amigos sobre cómo les ha ido a ellos y a ella
mientras esperaba a que Lucía saliera del baño está ahora pidiéndole perdón.
-
Luci, sabes que
lo siento y no sé que puedo hacer para que logre olvidarlo, no del todo, pero
aunque sea un poco. Hazlo por favor.
-
Me dolió mucho
Lara, muchísimo.
-
Lo sé, lo
entiendo, pero ya está, es pasado.
-
No sé Lara…
-
Perdona, de corazón
te lo digo, sin ti no he sido la misma, lo sabes.
-
Yo tampoco sin
ti.
-
Entonces, ¿Me
perdonas?
-
Está bien, pero
quiero que te quede claro que no lo he olvidado del todo.
Se abrazan con cariño.
Cuando pasó todo con Víctor estuvo semanas enteras pidiéndole perdón, y hoy,
después de algo menos de 6 meses la perdona en diez minutos.
Hace algo menos de seis meses, en
casa de Víctor.
Lara y Víctor están
sentados uno enfrente del otro. Lara está allí para obligarlo a cortar con Lucía.
Charlan.
-
¿Qué quieres Larita?
-
Que te olvides de
Lucía, y que dejes de llamarme así.
-
¿Y por qué
quieres eso?
-
Porque me caes
mal y sé que le harás daño.
-
Ya, y yo me chupo
el dedo.
-
No sabía que lo
hacías.
-
¡Idiota!- Víctor
la pone de los nervios, odia esa actitud arrogante que tiene, pero en el fondo
le atrae, y mucho, ahora entiende el porqué de que su amiga está tan pillada
por él.
-
Lo sé, pero te
gusto ¿Verdad?
-
¡¿Qué dices?! ¡Tú
estás flipado!- En ese momento Víctor se inclina sobre Lara y busca su boca, no
la encuentra, Lara se escabulle.
-
Niégame que te
mueres por besarme.-Lara se calla, no puede negarlo, ¡Se muere de ganas!- Si me
besas dejaré a Lucía en paz.
-
¡¿Qué?!
-
Me has oído bien,
así que ya sabes.- Vuelve a inclinarse pero sin éxito de nuevo.
-
¡No pienso
besarte! ¡Estás saliendo con Lucía!
-
¿Y qué?
-
¡Que es mi amiga!
-
Bésame y la dejo,
es sencillo conseguir lo que quieres así que…- Y vuelve a inclinarse. Lara
piensa con rapidez, ¿Qué tendría de malo besarlo si después nadie sabrá nada y
cortará con su amiga? Además, ¡Se muere de ganas!
Lo hace. Lo besa. Lo que
ella no sabe es que afuera está Ame grabando todo con su móvil.
Un beso, solo era un beso,
pero un beso se convierte en algo más. Camisetas fuera, pantalones igual. Besos
y más besos, ninguno quiere parar, y ninguno lo va a hacer. Lara no sabe el
peligro de la situación, poco después perderá a su amiga por un desliz, pero no
solo será un simple desliz, porque a partir de hoy se despertarán sentimientos
en uno de los dos muchachos. ¿O en los dos? ¿Qué hará Ame con la grabación?
Ese lunes de de enero, en el recreo,
en otro lugar del instituto.
Para Diana y Catriel no
existen la “regla” de los recreos, ellos pasan juntos los dos, aunque a veces
hacen excepciones. Ahora mismo están abrazados en una esquina del edificio en
el que, por ahora, solo dan matemáticas. El ambiente no es el habitual. Diana
lleva todo el día fijándose en Catriel. Tiene ojeras, heridas en los dedos, se
muerde las uñas… ¡Catriel se muerde las uñas! ¡Jamás en su vida ha visto que su
chico hiciera eso! No puede creer lo que está pasando. Es una locura. Le va a
hablar de eso.
-
Catri.
-
Dime.
-
¿Por qué te
muerdes las uñas desde hace una semana?- Catriel cambia su expresión, Diana
sabe que está buscando una excusa, una razón, una explicación que sea coherente
y realista para que su novia no sospeche, pero sospechará igualmente.
-
Em… Es que… Estoy
estresado por el examen del jueves. – Ha
sabido salir del apuro. Ha tenido suerte.
-
Ah. Oye, ayer
cuando te ibas me dijiste que el miércoles ibas a hacer una cosa, ¿que era?
-
Ah sí, me voy a
tatuar algo en el brazo.
-
¿El qué?
-
Algo que marque
nuestra historia.
-
Ah, ¿Cómo qué?
-
No lo sé aun,
había pensado en una frase o algo.
-
Como sueña
conmigo o algo así, ¿no?
-
Exacto. Una frase
que nos marcara. –Diana empieza a pensar que lo de que está raro ya no es una
suposición, sino una realidad. Además
de
raro, loco.
-
Pero… ¿Y si
cortamos algún día? Eso estará permanente en tu piel.
-
Es igual, lo
nuestro siempre será un buen recuerdo.
-
Puede ser, ¿pero
no crees que es una locura?
-
No.
Suena el timbre, se van
agarrados de la mano. Es una situación fría. Se dirigen a clase de matemáticas,
ellos están cerca y llegan antes que los demás. Entran a la clase que ya está
abierta pero en la que no está el profesor. Una vez que entran Diana, Catriel,
Lucía, Víctor, Marta, Lucas y Daniela,
Hugo se dirige hacia ellos
con unos papeles en la mano. Son entradas.
-
¡Chicos! Tengo
unas entradas para el concierto de Dorian.
-
Ah, ¿Las vendes?
Podríamos comprar un par ¿No?- Le dice Diana a Catriel mientras ojea una de las
entradas.
-
¡No! ¡Os las doy
porque sois mis amigos! A mí me las han dado gratis y pensé que sería un buen
plan para esta noche.
-
¿A qué hora es?
-
Diez y media.
-
Genial, nosotros
podemos.- Dice Diana refiriéndose a ella y a su novio mientras que Lucas, Marta
y Dani asiente como señal de que ellos también pueden.
-
Genial, ¿Y
vosotros?
-
Yo no, Lucía sí.
-
¿Y tú por qué no?
-
Porque no me
apetece, además he quedado con Isma.
-
¿Tu vendrás Lucía?
– Dice Sergio con miedo de que su amiga le dé una negativa.
-
Sí, yo sí.
-
¡Genial!- Y
empieza a repartir las entradas entre sus amigos, le da una a Víctor y le
dice:- por si cambias de idea, también puedes regalarla.
-
Gracias.
-
Oye, ¿Cómo es que
te las han dado gratis?- Pregunta Lucía.
-
Mi primo es el
telonero y me ha conseguido unas cuantas.
-
¿Quién es tu primo?
-
Álvaro, Varo para
los amigos.
-
¿Y es guapo?-
Pregunta Dani con humor.
-
Está pillado
Daniela.
-
¡Joder! Que
mierda, ahora o son gays, o están pillados… - Dice mientras pone los ojos en
blanco y ríe con una carcajada muy fuerte y sonora.
-
A sus asientos.
La profesora de matemáticas
ha llegado. Los chicos guardan en sus mochilas y carteras las entradas para el
concierto de Dorian al que Hugo les ha invitado, será un concierto muy especial
para todos, pero sobre todo para dos personas en concreto.
Ese lunes de enero, unas horas después en una
cafetería cercana al instituto.
Está sentado con un Nestea
del tiempo encima de la mesa. Lleva allí cinco minutos esperándola pero no se
desespera, ya sabe cómo es ella: Impuntual, muy impuntual. En ese momento se
abre la puerta de la cafetería. Es ella, por fin. Va muy guapa, como siempre.
Mira su relog, mira el local para encontrar la mesa en la que se sienta su ex,
una vez que la encuentra se acerca y se sienta rápidamente. Se le acerca el camarero
y le pregunta que quiere tomar. Ella responde, aunque Isma ya sabe lo que va a
pedir.
-
Un Red Bull,
gracias.
-
Sabía que
pedirías eso.
-
Lo pido siempre,
quien me conozca un poco lo sabe.
-
Yo no te conozco
un poco, te conozco mucho.
-
Por desgracia.
Bueno, de que querías hablar.
No ha cambiado nada, sigue
siendo la chica de la que se pilló. Directa y segura. Decida, con carácter.
-
De nosotros.
-
No existe un
nosotros.
-
Pero existió.
-
Y tú lo
destrozaste.
-
Lo sé, y lo
siento, pero hoy te quiero pedir perdón, además de pedirte un favor.
-
¿Qué favor?
-
Ayúdame.
-
¿Yo? ¿A qué?
-
A salir de las
drogas, lo hiciste una vez, y creo que puedes volver a hacerlo.
-
Si, lo hice. Pero
por aquel entonces te quería como a nadie.
-
Por favor.
Ayúdame.
-
Déjame pensarlo.
-
¿Cuándo sabré la
respuesta?
Cállate
y no me presiones, así por lo menos tienes una escusa para tener otra cita.
-
Mirándolo así…
-Dice Isma esbozando una sonrisilla.
-
Me voy.- Dice la
muchacha recogiendo sus cosas y poniéndose su chaqueta de cuero.
-
¿Tan pronto?
-
Es que tengo un
concierto a las diez y media, Hugo nos ha dado unas entradas.- Ella no puede
dejar de pensar en que ha cambiado de actitud con el, no puede soportar serle
borde. Le quiere, después de todo, le sigue queriendo.
-
Déjame
acompañarte a casa por favor, como en los viejos tiempos.
-
Ya no son los
viejos tiempos Isma…
-
¿Y qué? Solo
somos amigos…
-
No somos ni eso,
¿entiendes?
-
Por favor, dejame
acompañarte, si no, te perseguiré… Sé dónde vives.
-
Está bien pesado,
pero pagas tu eh!
-
Genial.-Y se
levanta de su sitio riendo.
En el trayecto hasta el
portal de la muchacha han salido a la luz recuerdos lejanos, de cuando solo eran
uno. Los ha unido, y es que el trayecto no es corto, incluso se han abrazado,
han reído, casi llorado, pero tienen demasiado orgullo como para llorar el uno
delante del otro. Llegan al portal, están a poca distancia, muy poca.
-
Bueno, es aquí.-
Dice la chica subiendo uno de los tres escalones que tiene la entrada.
-
Lo sé de sobra.-
Isma se acerca más, y más, y más hasta rozar sus labios. Ella se deja hacer. Terminan
besándose, un beso largo, un beso con amor, de los que hace tanto tiempo que
ninguno de los dos sienten, es un beso de los que hacen que el corazón de un
vuelco. Cuando el beso finaliza, el se acerca a su oído y suavemente le dice:
-Te quiero, Dani.
Se separan. Hay muchos
sentimientos que salen a flote, una lágrima resbala por la cara de Daniela,
Ismael se acerca y se la seca con el dedo pulgar con mucha delicadeza. Se da la
vuelta, y hace amago de irse, pero Daniela lo agarra del brazo, lo acerca a
ella, y le susurra al oído.
-
Y yo a ti
también, pero que no se te ocurra volver a tocarme.
-
¿Por qué?
-
Porque si te
vuelvo a besar creo que no podré olvidarte jamás.
-
Está bien Daniela.
Se da la vuelta y esta vez
si se va. Ella espera a que se aleje y entra en su casa. Hoy sin duda, es el
mejor día de su vida. El suyo y el de Ismael, y aún no ha pasado todo lo que
tenía que pasar. ¿Qué tal se lo pasará Dani en el concierto?
Ese día de enero, unas horas después.
Ismael acaba de llegar y
ya se ha cogido una cerveza, y es que la madre de Víctor nunca está. Desde que
sus padres se separaron a ella no se le ve el pelo, se pasa los días con sus
novios, a los que cambia cada semana, mientras ella no está, los chicos
aprovechan para realizar sus “reuniones” en su casa. Ismael divisa un papel
encima de la mesa del salón.
-
Oye tío, ¿Qué
esto?-Pregunta el chico ojeando el papel.
-
Es una entrada
para un conciertucho barato, se las han dado gratis a Hugo porque su primo es
el telonero y el las ha repartido.
-
¿Quién es su
primo?
-
Es Álvaro, el novio de la prima de Dani, Sofía.
-
Ah, ya sé. ¿Y tú
vas a ir?
-
¡Que va! Yo paso
del rap, y mucho más de este, Doria ¿Quién cojones sabe quien es este tio?
Espera, yo lo sé: ¡Nadie!- Despues de decir eso estalla en una carcajada, mientras
Ismael recuerda las palabras de Dani. Ella dijo que tenía un concierto esa
noche.
-
Dámelas.
-
Si claro, pero para que la quieres, si te vas
a quedar conmigo toda la noche.
-
Cambio de
planes.- Se levanta y se pone su cazadora azul.
-
¡No! ¡Tú te
quedas aquí!
-
¿Me vas a obligar
tú? ¡Gilipollas!- Y le propina un puñetazo en la cara.- Que sea la última vez
que te me enfrentas mamonazo, recuerda: ¡Aquí mando yo!
-
Lo siento, lo
siento.- Dice Víctor agarrándose la cara.
-
Más te vale,
adiós.
-
Adiós.- Cierra la
puerta y se va.
Víctor se sienta en el
sofá lamentándose de haberle retado y doliéndose de la nariz.
Pero en el fondo casi prefiere pasar la noche solo,
lleva desde por la mañana pensando en ella, y es que aun no la ha olvidado,
después de todo ese tiempo Lara sigue siendo la dueña de sus pensamientos. ¿Qué
hora es? Nueve y media… Queda una hora para que comience el concierto, ¿Para
qué querrá Isma las entradas? ¡Mierda! ¡Ya lo sé! ¡Va a hacer el ridículo
delante de Daniela! ¡Seguro! Debo detenerlo… o no, mejor no. Que se joda por
haberle zurrado. Pero… ¿Qué pensará hacer Ismael en el concierto?
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